Humanidad, honestidad y honradez, la carta de presentación del buen abogado


 

Humanidad, honestidad y honradez, la carta de presentación del buen abogado


 Por: José Vergara S. / Estudiante de Periodismo | Publicado el: 09 agosto 2022





Con el pasar del tiempo, poco a poco deberás convencerte: no son los libros que lees, ni los títulos que cuelgan en la pared de tu recinto jurídico lo que te hace ser el mejor abogado. Todo lo contrario, el buen jurista ha de ejercer la profesión de la mano de una serie de principios y virtudes, los cuales rigen el comportamiento, dan sentido y significado a la  profesión.

Son una serie de valores éticos y morales como la honradez y la honestidad, los que al final formarán hábitos, moldearan el carácter y terminarán creando la personalidad y el modelo de profesión al que todos debemos aspirar como colaboradores de la justicia.

Todo profesional del derecho tiene la obligación de convertirse en medio ejecutor del imperativo categórico de su investidura. Por lo tanto, deberá estar comprometido en perfeccionar su carácter, fortalecer su conducta y disciplinar sus actuaciones científicas y técnicas, de tal manera que su diario bregar esté caracterizado siempre por una cultura profesional basada en la honradez, probidad, rectitud, lealtad, diligencia y veracidad.

Si bien es cierto, todo abogado debe tener como principio rector de su profesión la justicia y la búsqueda de la verdad. No obstante, en la búsqueda de cumplir ese ideal, su actuar debe ir acompañado de lo que yo llamo “Las tres H”:

1). H. Humano: aun teniendo la razón, no debe olvidar que esta profesión es netamente humanista. Aspirar a ganar sin importar los medios, podría convertirlo en un ser carente de toda sensibilidad humana.

2). H. Honesto: consigo mismo, con su cliente y con los administradores de justicia. La honestidad implica actuar siempre diligentemente, con competencia, con lealtad al cliente, aunque este sea desleal contigo, respeto a la parte contraria, guardando secreto de cuanto conociere por razón de su profesión. Pero sobre todo, obediente al imperio de la Ley como requisito indispensable para la justa, pacífica y civilizada convivencia humana.

3). H. Honrado: de tal manera que su convicción sea la de estar haciendo siempre lo correcto y cumpliendo plenamente con sus deberes. Sin necesidad, que para ello tenga que incurrir en actos abusivos, inmorales o poco éticos para obtener el resultado que busca.

Cuando encuentres un abogado con estas cualidades, confía en él y desconfía de aquel que te dice que está todo ganado. Recuerda que los buenos abogados saben que con la Ley en la mano, todo puede pasar.

Ahora bien, tales virtudes no solo deben ser conocidas y puestas en práctica en nuestra vida profesional. El buen abogado debe también actuar de manera humana, honesta y honrada en su vida privada; un comportamiento inadecuado en el ámbito privado, puede afectar gravemente su reputación, trascendiendo al ámbito profesional. 

Sobre  este aspecto público privado del actuar de todo profesional del derecho, vale la pena citar las palabras de Roland Boyd, quien fuera un abogado en Texas y que hace más de cincuenta años escribió a su hijo una preciosa carta en la que le ofrecía 21 consejos para tener éxito como abogado.

Una de las frases más famosas de aquella carta dirigida a su hijo decía: Recuerda, para ser un buen abogado primero tienes que ser un buen hombre: Tu principal ambición tiene que estar relacionada con ser un buen marido, un buen padre, un buen vecino, un buen ciudadano y un buen abogadoSi logras esto, habrás logrado todo el éxito que se puede lograr: el placer de la vida.”

La sociedad demanda cada vez más de abogados capaces de actuar con base en los valores y principios deontológicos que exige el ejercicio de esta profesión.

En este campo la honradez y la honestidad son joyas de la más alta orfebrería. No es cierto que haya muchos abogados humanos, honestos y honrados, al contrario, somos pocos;  el resto solo es gentuza, sin escrúpulos, gente disoluta que nos hace quedar mal con su reprochable y mediocre litigar a costa de un título que suelen deshonrar.

Al conmemorarse en Panamá el 9 de agosto como el Día del Abogado en honor al natalicio del Dr. Justo Arosemena, se hace imperativo comprometernos con ilusión a estos valores.

Debemos estar convencidos de la necesidad de defenderlos y adoptarlos como principios rectores de nuestra conducta, pues serán sin duda el traje más caro y fino que podremos lucir, nuestra carta de presentación y el distintivo inconfundible del ejercicio de tan noble y loable profesión.

*El Autor es Abogado y Estudiante de Periodismo de la Universidad de Panamá





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